domingo, 17 de marzo de 2013

La llegada de Vitrasa: crónica de una prevaricación



Nos encontramos en los años 60. Eran años de desarrollo y los automóviles empezaban a ser comprados por la clase media. Los tranvías de Vigo, auténticos símbolos de la ciudad, especialmente en algunas zonas como el barrio del Calvario, y con rutas emblemáticas como el que iba desde Baiona a Vigo, empezaban a quedarse obsoletos y a ser fuente de problemas, sobre todo para el tráfico rodado.

Rafael Portanet, alcalde de la ciudad desde 1964 a 1970, personaje grandilocuente que llegó a decir en una ocasión que "si tengo que hacer una cacicada por el bien de Vigo, la hago", fue el encargado de eliminar los tranvías e implantar un nuevo modelo de transporte: el autobús.

La adjudicación se le dio a una empresa con dueños asturianos, llamada Vitrasa. La concesión entraría en vigor el 1 de enero de 1969, pero ya en julio de 1968 se ponían a funcionar los autobuses. 32 vehículos se estrenarían en julio, y se añadirían otros 10 en agosto. En octubre llegarían 28 nuevas unidades.

Durante 1968 coexistieron autobuses y tranvías, pero a partir de 1969 ya no. Los tranvías se retiraron el 31 de diciembre de 1968 en las cocheras de la Florida y ahí se quedaron hasta que éstas fueron demolidas.

Pero la adjudicación no estaba limpia. Durante aquellos años el Caso Redondela salpicaba directamente al franquismo, y a través de este caso saltaron las irregularidades de la concesión a Vitrasa.

En 1972, un abogado, llamado Arturo Estévez, escuchó en una taberna de boca de un concejal una historia de regalos a su señora por parte de Vitrasa. Y de ahí salió todo. Posteriormente se fue descubriendo que Vitrasa había regalado objetos conmemorativos a 11 concejales por valor de 179000 pesetas (de la época).

Los concejales fueron suspendidos, siendo acusados de cohecho y prevaricación, quedando media corporación diezmada. Rafael Portanet ya no era alcalde, pero el asunto se lo comió su sucesor: Antonio Ramiro Fernández-Areal.

Se entiende que Vitrasa había comprado su concesión, dado que el servicio presentaba muchas carencias. Por ejemplo, Vitrasa, hasta 1975, no tenía cochera. Entre 1968 y 1975 los autobuses aparcaban en la Avenida de Fragoso. Durante los años duros de la Transición la base parecía un chatarrero, estando buena parte de los vehículos en mal estado. La concesión no se cumplía y en 1980 estallaron las revueltas estudiantiles, que acabaron con la mitad de la flota destruida.

La concesión duraba 25 años, es decir, que en 1994 había que renovarla. Poca gente pensaba (y deseaba) que ganara Vitrasa, pero ganó. Se hizo un pliego de condiciones más exigente, se añadieron nuevas líneas (C1, la nocturna, en 1996 las líneas 31 y 39, en 1998 el C2). Pero la base de la ganancia del concurso de adjudicación fue que Vitrasa tenía en propiedad las cocheras, lo cual impedía que cualquier otra empresa les pisara la concesión (nadie tiene una cochera en la que entran más de 150 vehículos en Vigo).

En aquellos años el ayuntamiento decidió comprar las cocheras, siendo ahora propiedad municipal, pagándose el dinero a través del precio del billete, siendo subido de forma importante en aquellos años para esto. Sin embargo, cuando acabe la concesión, en 2019 (dentro de seis años), la empresa que gane heredará la flota de Vitrasa y su cochera, lo cual equilibra la balanza. Lo que pasará en aquel año no lo sabemos, pero esperamos estar ahí para contarlo.

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